La Barrica de la Oca

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jueves, 17 de abril de 2008

Boñar

Según diferentes textos, Boñar aparece documentado por primera vez en el año 924, con motivo de las donaciones que hace el Conde Guisuado y su esposa Doña Leuvina de varias de sus posesiones para la fundación del monasterio de San Adrián.Existen documentadas otras fechas de interés para la villa y son: 1836, cuando el concejo de Boñar se extiende y se forma el nuevo ayuntamiento.
1894, que significa la llegada del ferrocarril hullero desde La Robla, lo que convierte a la Villa en centro comercial y de servicios de la comarca y supone un lógico crecimiento.
Y 1898, cuando se edifica la Casa Consistorial.En el escudo de la Villa aparecen sus tres elementos característicos: el agua, la torre con el reloj del Maragato y el Negrillón.El río Porma atraviesa la Villa de Boñar de Norte a Sur y su nombre significa agua caliente y borboteante, lo que indica que sus aguas fueron utilizadas en otros tiempos para baños terapéuticos.La Iglesia Parroquial de Boñar data del siglo XVII. El marqués de Astorga, contribuyó a su construcción y regaló a la villa el reloj de la torre (en 1861), al que el pueblo dio el nombre de 'El Maragato'. El nombre de "El Maragato" le corresponde exactamente al hombre de madera que está situado en la torre, y que fue creado por un carpintero de la villa.
La Ermita de San Roque, que se comenzó a construir en 1766 y que aún hoy se conserva fruto de la devoción a San Roque, se encuentra a la entrada de la villa.
Otra referencia en este sentido son las Caldas de San Adrián y la fuente de la Calda o salud, en la que una inscripción hecha en la piedra constata que la fuente fue construida en la época de los romanos por Alexio Aquilego.
Otro lugar que merece la pena visitar es el puente viejo sobre el rio Porma, no se sabe la fecha exacta en que se construyó pero las primeras referencias que se conocen son del siglo XIII.
Igualmente la historia del Negrillón parece arrancar del siglo XVI. Este árbol fue durante siglos el símbolo de la Villa. Gracias a las podas y los cuidados llegó a ser alto y robusto y se convirtió en el símbolo de esta villa. En los años ochenta, la grafiosis se pone de manifiesto en la península ibérica atacándole; a pesar de que se le aplicaron diversos tratamientos curativos vía radicular, no se logró su recuperación y se procedió a la petrificación del tronco, como recuerdo de algo que un día fue el emblema de esta villa.

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